TE ECHO DE MENOS

      Sí, te echo mucho de menos. Cómo te echo de menos. Todo me recuerda a ti, te veo y te siento en cada cosa que hago. Me cuesta creer que ya no estás aquí. Cómo te echo de menos. Quisiera verte, olerte, escucharte,... sentirte.
Echo de menos el no poder estar contigo, el acento de tu voz al pronunciar mi nombre, oír tus quejas, tu risa, poder hablarte, percibir tu aroma, tu contacto, sentir el placer con el que inundas mis sentidos.
¡Qué duro está siendo! Cada momento te recuerdo con más fuerza, más viva. Me haces falta tanto. Y tú lo sabes. ¿Qué corto se hizo el tiempo junto a ti? ¿Por qué esta sensación? ¿Qué me pasa?
Quiero volver a reír a tu lado, quiero que me riñas, quiero que me cuentes tus historias, que me guíes por tu vida. Necesito escucharte, necesito saber que estás ahí. Te necesito.
Nada me reconforta, todo me duele, todo me asfixia, todo me molesta, nada me alivia. Se que hay que luchar y salir adelante (lo aprendí de ti, pero todavía no he aprendido la lección del todo). La gente sigue con su vida: ya la tenían antes, pero yo no: tú eres mi nueva vida, mi nuevo sueño por el que luchar, mis ganas de vivir.
A veces sonrío al recordar esos momentos tan nuestros. Muchas veces lo pasamos bien, otras no tanto y en ocasiones lo pasamos realmente mal. Esos momentos no tan agradables, pero que ahora me hacen sonreír. Momentos dignos de revivir una y otra vez para poder compartirlos de nuevo y mejorarlos contigo, porque no dejo de pensarte y saberte lejos. Pero lo natural es quedarse con lo bueno, que fue abundante, y olvidar lo malo, que ya pasó. De mi memoria borro los malos momentos. Me quedo con todo lo bueno que sentí contigo. Es en estos momentos en que me siento cerca de ti... pero tan lejos... Porque tu recuerdo duele, duele mucho. Muchísimo. Ni siquiera yo podía imaginar cuánto. Tu olor, tu voz, tus cosas, tu orden tan meticuloso, esas cosas que me hacían reír,... ahora duelen, me duelen, porque estamos muy lejos. Dura tan poco lo bueno... El tiempo me está doliendo más. Ese tiempo que ha de pasar para revivir todo otra vez, si vuelve a suceder de nuevo. El tiempo que es tan relativo. Relativo y efímero. En esta vida todo parece ser relativo y efímero.
Te necesito. Voy sin rumbo, no se por donde encarar la vida que viene sin tenerte a mi lado. Temo que me olvides, que no tengamos más esos momentos nuestros, que te olvides de nuestros silencios, de nuestras riñas, de nuestros anhelos, de nuestros pasos juntos... ¡No me olvides! te grito desde lo más profundo de mi alma. Esta alma que, a veces, me consuela, pues hace sentirte cerca, saberte ahí, en la sombra, pensándome, sintiendo las mismas vivencias que yo. Te echo de menos mucho. ¡Cuánto te añoro! ¡Cuanta falta me haces! ¡Qué duro me está resultando esta lejanía!
Te echo tanto de menos que me está costando mucho normalizarme, que me siento alma solitaria entre todo el mundo, que me enfado contigo porque te fuiste y conmigo por dejarte ir, porque necesito besarte, porque necesito oírte, quejarte, escucharte,... sentirte, porque soy egoísta y te necesito aquí y ahora. Porque te creía parte de mí. Y sé que lo eres, lo sé, siempre estarás en mí.
No sé nada de ti. No sé dónde andarás, no sé lo que haces, no sé con quién ni cómo estás. Y yo aquí, impotente, haciéndome preguntas que no tienen respuesta. Resignación. Así es la vida. No siempre las cosas salen como se quiere. Alguien dijo alguna vez que ‘no intentes que la vida sea como tú quieres, sino que intenta querer la vida como es’.
En cualquier caso, son tantos los recuerdos...
Si algo se aprende con el tiempo, es a reírse de lo propio. De aquí a un tiempo recordaremos todo esto y nos reiremos, así que ¿por qué no empezar hoy mismo? Sólo algo más: aunque no sepa dónde estás, ni que harás, ni con quién: TE ECHO DE MENOS. Mi corazón seguirá contigo.
NO OLVIDES QUE TE ESPERO, NI ESPERES QUE TE OLVIDE
Tengo un corazón henchido de debilidades. Y tú eres una de ellas.
8 de Agosto de 2011

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