El abuelo Gal y Matías I



Fernando Alteza Rey, que hace poco tiempo ha entrado en la edad dorada tras pasar la sexta decena de edad, de complexión recia, algo entrado en carnes, y no por la edad o la actividad física, un poco cargado de espaldas, es un hombre muy aficionado a la lectura, entre otras ‘ocupaciones voluntarias’ y, a pesar de su reciente jubilación, sigue cultivando su gran afición de la Matemática y otras Ciencias.
Esperantista empedernido, deportista y pianista aficionado, lee un libro en el salón de su casa, cuando aparece como una exhalación Mati, su nieto Matías, chico alto y delgado, y se planta delante del abuelo.
- Avo –le dice Matías en su corto vocabulario esperantista.
- Dime, kara nepo –le replica el abuelo Gal. Gal es el nombre de batalla que el Señor Altiza adoptó cuando estaba en su guerra haciendo la mili en Zaragoza en el Grupo de Armamento Ligero.
- Me aburro –dispara el niño a bocajarro abriendo sus pícaros y grandes ojos almendrados
- Mati, hijo, –dice el abuelo, muy dado a acortar los nombres o llamar por sus apodos a la gente, costumbre adquirida en tiempos del pueblo- coge un libro y lee, como hago yo.
- Pero es que ya he leído hoy y acabé el tiempo de lectura por hoy.
Extrañado por el comentario el abuelo levanta la vista del libro dirigiéndola directamente a los ojos de su nieto favorito.
- La lectura no tiene un tiempo determinado. Se lee y ya está.
- ¿Por qué no me cuentas una de tus historias misteriosas tan bonitas que conoces y sabes exponerme tan bien? –Alude Matías sin hacer caso al comentario de su abuelo- Es que me aburro. –repite este niño que de mayor le gustaría ser matemático o arquitecto, como confiesa alguna vez.
- Ya te lo he dicho: lee un libro.
- ¿Y si me propones una de esas adivinanzas matemáticas raras que tú sabes? Hace tiempo que no jugamos a eso... –justifica Matías, intentando hacer cómplice de sus juegos a su abuelo.
- De acuerdo. Pero con una condición: No interrumpirás más mi lectura hasta que des con la solución correcta, la compruebes y demuestres que no hay error en tu razonamiento.
- De acuerdo. Trato hecho. –asiente Matías que desarrolla una inteligencia algo más elevada para lo normal a su edad.
- Bueno, pues ahí va: Una curiosidad que se da una sola vez en la vida de dos personas...
Matías tiene los ojos que es casi imposible poderlos abrir más, ha cerrado la boca y es todo oídos atendiendo a su abuelo para no perderse detalle del problema que le va a plantear. Le encantan este tipo de problemas y vericuetos matemáticos y curiosidades que se le plantean. De ahí su insistencia para que el planteamiento se haga efectivo.
- Este acontecimiento, como a muchas otras personas les puede ocurrir, es que mañana, 25 de abril de 2015, una muy buena amiga mía cumple tantos años como el año de mi nacimiento. Pero claro, eso no es todo. Resulta que yo este año, también, y ahí estriba la curiosidad del planteamiento, cumpliré la edad que corresponde a su año de nacimiento, con solo 9 años de diferencia en la edad.
- Bah, eso no es demasiado difícil...
- Está bien, –remarca el abuelo- he de recordarte que en este problema los años de nacimiento, solo tomamos las 2 últimas cifras, del año de nacimiento.
- Repito que no es demasiado difícil... –se ufana el infante.
- Es lo mismo que os ocurrió a ti y Mati el año pasado. –aclara el abuelo para acabar con la cuestión.
Mati es Matilde, pecosilla de grandes ojos marrones de expresiva mirada, es la hermana menor de Mati, Matías. A ambos les llama todo el mundo Mati, principalmente su abuelo.
- Por si te ayuda, he de decir que el año que viene, tu edad será el doble de la de tu hermana. –añade el abuelo intentando orientar a Matías en su razonamiento, que ya tiene claro.
Se trata de adivinar las edades del abuelo Gal y su amiga y de ambos Mati a día de hoy. ¿tú las sabes?

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